-No
debemos estar aquí señor Fied- Susurró al oído de aquel hombre
inglés, mientras se encontraban acostados en plena llanura, a mitad
de la noche en luna llena -los hombres están muy inquietos, hablan
sobre la maldición de la luna llena-
-¿La
maldición de la luna llena? - Replicó el hombre inglés en voz
baja, acostado apuntando su rifle a la densa oscuridad iluminada
sólo por la tenue luz de la luna -vamos señor Samu, no me dirá
usted que cree en esas estupideces-Inmediatamente
se acercó a ellos un hombre casi desnudo, con apenas un taparrabo.
Era un hombre muy pequeño, de piel oscura, toda llena de cicatrices
hasta el rostro y donde no se veían cicatrices, tenía pintura color
ladrillo, en su mano izquierda llevaba una lanza que duplicaba su
tamaño y en la derecha un hermoso escudo de cuero lleno de colmillos
de león al borde. Se aproximó suavemente casi arrastrándose hacia
aquellas dos personas y le susurró al oído del guía, en una lengua
extraña, unas palabras; luego se levantó y se fue hasta un pequeño
grupo de seis personas muy parecidas a él. Después de hablar unos
minutos en su lengua natal, voltearon a observar al señor Fied y a
Samu y se fueron hasta perderse en la noche.
-¿Qué
pasó con tu gente Samu, se acobardaron?- Le replicó riendo
suavemente y ajustando su mira.
-Señor
Fied los Amataxu son la tribu más fiera de este lado del África, a
diferencia de todas las demás, ellos cazan sólo con lanza y escudo,
el pequeño hombre que se acercó a mí es un Ukazu, uno de los pocos
hombres en la tierra que ha matado un león sólo con un cuchillo
corto-
-¿Sólo
con un cuchillo?- Volteando la vista a Samu -¿y le da miedo la
oscuridad?, ¿Qué clase de guerrero le teme a una simple historia?-
Mientras volvía su rostro hacia la mira del rifle.
-No
entiende señor Fied, aquí hay cosas mucho más peligrosas, cosas
ancestrales que ni los propios Amataxu son capaces de enfrentar. ¿Por
qué cree usted que nadie viene a cazar por estos lares?-
-
¿A ver, dígame señor Samu, que maldición es esa?- Perdiendo la
paciencia.
-No
es una maldición en sí, es más bien un ser que cuida a los
animales de esta zona, lo llaman el rey de las bestias- Se notaba,
por la forma de decir sus palabras que el miedo corría por todo su
ser. El señor Samu es uno de los mejores guías para caza de toda
África, todo hombre que se haga llamar cazador siempre va a sus
puertas, porque sabe que hallará la presa que busca, por supuesto,
bajo una suma considerable de dinero. Pero esta noche, Samu no estaba
bien, sabía que se había adentrado en lo más profundo de la
inmensa llanura, donde nadie nunca iba a cazar.
-¿Señor
Samu, usted de verdad cree en esos cuentos de niño?-Volviendo su
mirada nuevamente a la mira del rifle -eso lo dicen los que quieren
que se prohíba la caza en África, así alejan a la gente ingenua-
-Señor
Fied debemos irnos ¿no escucha usted?-
-Escuchar
qué, si aquí no se oye absolutamente nada-
-precisamente,
esto no es normal, por favor haga…- Sus palabras fueron silenciadas
por la mano del señor Fied.
-Shuuu-
Susurró en silencio el señor Fied después de callar al guía y
volvía su mano hacia la mira para ajustarla -al fin te encontré- a
varios metros de ellos salió de la pastura un inmenso león, su
melena dorada era tan grande que cubría no sólo el cuello de la
criatura sino también parte de sus patas delanteras -¡qué inmenso
es!- Susurró el hombre afinando la mira -¡su cabeza no va a caber
en mi chimenea!Pero no importa, ya veré donde la coloco- el inmenso
león hizo una pausa y de pronto alzó la mirada hacia donde se
encontraban los cazadores, sus ojos eran brillantes como dos
linternas que apuntaban hacia una sola dirección -eso, mira bien a
tu cazador. Señor Samu muchísimas gracias- posó su dedo en el
gatillo para disparar, pero nunca llegó a hacerlo; súbitamente
detrás de ellos apareció una figura aún más majestuosa , su
rugido fue tan estruendoso que ambos tuvieron que taparse los oídos;
la inmensa llanura entró en caos, el eco del rugido se escuchó por
todos lados, las aves salieron de sus nidos revoloteando por toda la
inmensidad, los caimanes chapoteaban despavoridos buscando las
profundidades del río, las otras bestias corrieron hacia la lejanía.
Aquel león, se abalanzó sobre el señor Fied, sin darle tiempo de
nada, era aún mucho más grande, casi del tamaño de un carro
promedio, su abundante melena negra como la noche se confundía con
el cielo oscuro, con patas tan grandes que al posarse en el pecho del
Señor Fied, sus garras sobresalían de cada lado de su cuello, sus
dientes parecían cuchillos de cazador y sus ojos, negros como el
vacío. El guía quedó estupefacto, mientras la criatura acercaba
sus enormes fauces hacia el rostro del señor Fied. De pronto la
bestia giró la mirada hacia Samu, sus ojos penetraron el alma de
aquel hombre, y él pudo ver cómo de esos ojos negros se
transparentaba el reflejo de una llama rojiza como la sangre e
inmediatamente comenzó a sentir un dolor intenso en su cuerpo.
Súbitamente comenzaron a parecer cicatrices, en la cara, brazos,
pecho, espalda y piernas. Eran heridas de balas, como si él hubiese
sido el cazado y no el cazador. Pudo ver a través de los ojos de la
bestia, todos los animales que ayudó a matar, sintiendo cada una de
esas muertes en carne propia, muriendo una y otra y otra vez, hasta
que de pronto todo se detuvo, no hubo más dolor; sólo un hombre
lleno de cicatrices por todo su cuerpo, con una mirada perdida hacia
el vacío. El señor Fied no paraba de gritar -¡DISPÁRALE SAMU,
DISPÁRALE!- pero era inútil, aquel hombre estaba tirado inmóvil.
La mirada de la criatura volvió a posarse en los ojos del señor
Fied, todo su peso se apostó en la pata que yacía sobre el pecho
del cazador y éste, al sentir la inmensa presión, dejó de gritar.
No podía respirar, su pecho estaba a punto de ser aplastado, pero el
león no daba la estocada final. El señor Fied cerró los ojos y lo
único que llegó a susurrar en ese momento fue -¡piedad, no me
mates, piedad!- En ese instante, sintió como las garras se hundían
en su pecho, el dolor era tan desgarrador que se quedó sin voz, sin
embargo, de las heridas no salía sangre, sólo pelaje que poco a
poco fue cubriéndolo. El león se apartó del señor Fied y éste al
abrir los ojos comenzó a ver cómo su cuerpo se transformaba, sus
manos comenzaron a llenarse de un pelambre carmesí y ya no eran sus
manos, eran patas; la ropa comenzó a desgarrarse hasta descubrir un
pecho dorado cubierto de pelo y su rostro ya no era más un rostro,
ahora eran las facies de un león.
Horas
más tarde, el señor Samu abrió los ojos frente a una hoguera. Se
encontraba acostado y sólo pudo divisar frente a él, una silueta de
un hombre muy alto de piel oscura que llevaba únicamente pantalones
de cuero, sentado con dos leones, uno de cada lado.
-Bebe-
Dijo el hombre, acercándole al guía un tarro.
Sus
ojos, fueron poco a poco adaptándose a las luces del fuego, hasta
que por fin pudo observar al hombre. En su cuello tenía un collar de
dientes de león, en sus manos había tatuajes de extraños signos
tribales que llegaban a su pecho y en su rostro, mejillas y frente
había cicatrices en forma punteada, su cabello negro era muy corto,
casi rapado a la vista y su pantalón era de cuero color gris.
-¿Dónde
está el señor Fied? ¿Qué haz hecho con él?- Preguntó Samu
tomando la vasija y bebíendo como si jamás hubiese tomado un sorbo
de agua. El hombre no respondió, sólo miró al león a su derecha y
comenzó a acariciarlo. El guía, al incorporarse, se fijó en sus
manos llenas de cicatrices. Comenzó a tocarse el rostro
inmediatamente y sintió cómo éste estaba lleno de relieves -¿qué
me has hecho?-
-Te
demostré la verdad de tus actos- Dijo el hombre con voz grave
mirando el cielo -eres hijo de esta tierra pero no amas lo que en
ella habita. No eres más que alguno de los animales que ayudaste a
matar-
-¿Eras
tú el león gigante que nos atacó verdad?- Pero aquel hombre no
respondió, sólo observaba la luna llena -¿por qué me dejaste
vivir?- esta vez, su voz se quebró, como si el dolor y la pena lo
invadiesen.
-Porque
no me sirves de nada muerto.Vivo aprenderás la lección y de ahora
en adelante respetarás la vida que esta tierra trae y serás un
guardián de ella. Ahora vete, cuenta tu historia, diles que Sanx Sa
el rey de las bestias estará aquí protegiendo a todos los animales
y que todo aquel que intente cazar por este territorio correrá con
menos suerte-
Samu
no dijo nada más, se levantó como pudo y se fue alejando poco a
poco de aquel lugar. El silencio fue llenando el vacío de la noche
que era interrumpido únicamente por los crujidos de la leña al
quemarse.
-Lo
hiciste bien Sabasu- Dijo Sanx Sa acariciando el hocico del enorme
león dorado que se encontraba a su izquierda. Sabasu golpeó
suavemente su cabeza contra la cabeza de Sanx Sa en forma de cariño
mientras éste le devolvía el gesto -¿y a ti que nombre te pondré?-
mirando al león más pequeño que se encontraba a su derecha -ya sé,
te dejaré tu nombre, Fied el león refinado- agarrando la cabeza de
éste. Fied comenzó a gruñir suavemente, como en forma de reclamo
-no quiero quejas, ahora eres parte de todo y tienes suerte de que te
haya dejado con vida-
La
luna llena se colocó en su cenit iluminando toda la sabana; las
pocas estrellas que se dejaban ver, debido al gran destello de luz de
la luna mantenían atentos los ojos de Sanx Sa. De pronto, algo
perturbó sus pensamientos, Sabasu y Fied alertaron la presencia de
alguien que se acercaba lentamente, casi como si sus pies flotaran
ingrávidos.
-Reconocería
esas pisadas en cualquier lugar- Mientras sonreía viendo hacia la
nada -sal, mis amigos no te harán daño alguno-
-Es
bueno saberlo viejo amigo- La voz era dulce y cálida como la del mar
cuando está en calma -ha pasado tanto tiempo- acariciando con sus
pies la espesa grama seca por el sol.
-Tania
sigues igual que hace 300 años, deberías dejar de usar tanta magia
para ocultar tu edad y ser más tú, querida amiga- Observando su
delicado movimiento. Tania era una mujer esbelta con tez blanca como
la leche, sus cabellos blancos llegaban casi hasta su espalda baja,
recogidos con trenzas adornadas con flores de plata. Sus ojos eran
verdes como esmeraldas y su sonrisa blanca era perfecta, en sus manos
se podían ver unos tatuajes tribales muy hermosos de color blanco
que parecían iluminar de una forma misteriosa lo que ella tocaba. Su
túnica blanca cerrada, sin mangas de color blanco, resaltaba la
hermosa figura de la maga. En su cintura, un hermoso cinto de color
azul mantenía ajustada la túnica.
-Y
tú, deberías dejar de asustar a los seres humanos Sanx Sa- Dijo
sonriendo- vi pasar hace rato a un hombre que decía tu nombre como
si hubiese visto a la misma muerte a los ojos-
-
Digamos que sólo abrí su mente un poco- Devolviéndole su sonrisa.
-Veo
que Sabasu sigue a tu lado después de tantos años, recuerdo la
primera vez que lo vi, era tan solo un cachorro- Acercándose poco a
poco a la fogata -¿puedo sentarme?- Preguntó gentilmente.
-Siempre
eres bienvenida- Hundiendo sus dedos en la melena de Sabasu -Sabasu
es mi más leal amigo, su compañía hace que mis noches sean más
acogedoras, además de ser un gran guerrero ¿verdad amigo?- Mientras
Sabasu ronroneaba tras las caricias de Sanx Sa.
-Nunca
entendí por qué venir hasta aquí Sanx Sa, tan apartado de todo,
tan solo- Apresando una llama en su mano sin que ésta la hiriera,
parecía que el fuego jugara más bien con la mano de Tania.
-Precisamente-
Dijo Sanx Sa oteando el cielo nocturno -aquí encontré la paz que
buscaba después de tantas peleas sin sentido, aquí conseguí todo
lo que necesitaba y pude volver a ser yo mismo-
-¿Tú
mismo? Tú eres el gran Sanx Sa, señor de las bestias, general de
las brigadas del mundo celeste, uno de los doce guerreros magos de la
segunda guerra entre mundos y personalmente el mejor. Guardián del
cuarto orbe celestial y mi maestro-
-Eso
fue hace mucho, aquí los títulos no sirven joven aprendiz, aquí
sólo existe la unidad con el todo, aquí redescubrí cual es el
verdadero propósito de nuestra existencia, Tania. Aquí estoy en
paz-
-¿Y
cuál es nuestro verdadero propósito?- Mirándolo a los ojos.
-El
todo- mientras hacía unos hermosos Dibujos en la tierra.
-No
entiendo- Dijo Tania con su sonrisa peculiar -tú, constantemente
dices las cosas de manera tan mística que debo preguntarte dos veces
para que me expliques como a una niña pequeña-
-Sabía
que dirías eso- Colocó sus manos en el piso y dijo en voz alta
-¡OBREREGOR!- sus ojos se tornaron de un azul intenso, los dibujos
del piso comenzaron a brillar del mismo color de sus ojos haciendo
que el resplandor los materializara en frente de ellos, como en forma
de un universo infinito lleno de estrellas, galaxias y constelaciones
-todo, Tania, desde las grandes constelaciones que albergan vida en
alguna galaxia lejana, hasta la tierra que pisas. Somos una porción
de un todo más grande y como paladines de la magia debemos honrar y
cuidar a lo más pequeño en la cadena que sigue después de
nosotros, así como algo más grande nos cuida y nos protege-
súbitamente en un abrir y cerrar de ojos todo se apagó y solamente
las llamas del fuego volvieron a iluminar los rostros de ambos magos.
-¿Cuando
hablas de lo que sigue en la cadena después de nosotros te refieres
a los humanos?- Preguntó Tania esta vez con una voz más seria.
-Sí-
Respondió Sanx Sa -y todo ser que habite sobre ambos mundos-
-A
eso he venido Sanx Sa, a salvar a todos los seres vivos-
-¿Y
cómo piensas hacer eso Tania?- Esta vez la voz de Sanx Sa fue más
directa y seria.
-Necesito
el orbe de fuego- Respondió ella en forma de mandato.
-¿Para
qué?- Mirándola fijamente a los ojos.
-El
mundo muere gracias a la humanidad, si no hacemos algo estaremos
todos condenados-
-Esa
no es una posibilidad, Tania ¿quién metió esas ideas en tu cabeza?
No tienes idea de lo que dices, abrir el portal sólo empeorará las
cosas; ya una vez lo intentamos y casi destruimos toda existencia
aquí. No sabes el poder que habita del otro lado-
-Esta
vez no será igual-
-¿Por
qué habría de ser diferente? Tania estamos aquí por una razón, si
la humanidad acaba con la tierra correremos el mismo riesgo-
-Sin
la humanidad la tierra sobrevivirá- Dijo con voz lúgubre y oscura.
-¿Estás
loca? Acabar con toda la raza humana no servirá de nada. Un
genocidio sólo volverá nuestras almas oscuras, no seremos mejores
que los Ipsu. Te prohibo que vuelvas a hablar del tema, es una
orden- Levantándose lentamente y acercándose al fuego.
-Ya
tú no me das órdenes, hace mucho que dejé de ser tu aprendiz-
Acercándose al fuego casi quedando frente a frente, sólo los
separaba la fogata. Sabasu y Fied se levantaron y se colocaron al
lado de Sanx Sa como si fueran dos perros guardianes esperando la
orden para atacar a Tania.
-¡VETE
TANIA!- Gritó Sanx Sa tan fuerte que su voz por un momento se sintió
como el rugido de un león -no sabes lo que dices- le dio la espalda
y dijo -no quiero volver a verte con esa actitud frente a tu maestro
y menos con esos pensamientos tan llenos de destrucción-
-Lo
siento, pero sabía que dirías eso, supongo que esto será el adiós
para nosotros dos- Los ojos de Tania comenzaron a cambiar de color,
de verdes a un negro intenso y sus manos abiertas se levantaron hacia
el cielo -RIVANOOO CELERUM ETONE- las llamas rápidamente comenzaron
a sujetar a Sanx Sa como si fueran látigos de fuego sobre sus
muñecas, pies y cuello levantándolo casi un metro del suelo.
-Me
traicionas Tania- Dijo el maestro con voz suave -debiste pensarlo
mejor aprendiz; Sabasu, Fied- inmediatamente ambas bestias se
abalanzaron contra la maga pero ésta soltó de un solo golpe los
látigos de fuego que mantenían a Sanx Sa inmóvil y fueron
directamente hacia los leones envolviéndolos de pie a cabeza. Sanx
Sa no había terminado de caer al suelo cuando sus manos ya tocaban
la tierra -ARRACNA VIVATUS- del piso comenzaron a salir raíces de
árboles que rápidamente apresaron a Tania hasta el cuello -No eres
digna Tania, has perdido el norte y crees que tú sola vas a poder
contra mí- Dijo el mago acercándose a ella.
-Pero
no he venido sola maestro. NOCTA IGNITUS- Las llamas de la fogata se
apagaron, el cielo se oscureció y ya no había brillo de luna ni de
estrellas que pudiese aclarar la oscuridad que allí se contenía.
-Ya
veo, te has convertido en una Ipsu- Observando la oscuridad en la que
se encontraba -tu oscuridad no sirve de nada cuando mis ojos son los
ojos de un asesino nocturno- los ojos de Sanx Sa comenzaron a cambiar
a los de un león y ya no eran oscuros sino brillantes como dos
lámparas que iluminaban todo a su alrededor; de pronto logró ver
entre la oscuridad una silueta que se desvanecía entre las sombras,
como si fuera visible solamente por segundos y se acercaba hacia la
inmensidad de aquel mago con tal rapidez que ni él podía detallar
sus movimientos. Sanx Sa sintió de pronto un gran dolor en su pierna
izquierda, al palpar donde sentía el dolor pudo darse cuenta de la
herida que poco a poco comenzaba a sangrar, nuevamente sintió el
mismo dolor en su hombro derecho y casi al mismo tiempo en su espalda
-¡LIBÉRATE!- gritó con fuerza, el rugido del gran león Sabasu se
hizo presente. Los látigos de fuego que lo mantenían apresado se
tensaron hasta romperse y en un segundo la inmensa criatura se
abalanzó por encima del mago derribando de lleno a la sombra que se
encontraba justamente detrás de Sanx San, a punto de clavar su daga
-no lo mates Sabasu, espera- mientras las fauces del animal rodeaban
ya el cuello del asesino -ILUMINUS NOCTURNAL- una gran luz comenzó
a filtrarse entre la oscuridad como si se estuviese fracturando
aquella espesa negrura y empezó a rasgarse en partes la oscuridad
como si pedazos de vidrios cayeran perdiendo su forma al tocar el
piso -debo reconocer que has mejorado mucho tus ilusiones, son más
fuertes, te subestimé; pero las heridas valen la pena, al fin sabré
con quien te aliaste joven aprendiz- levantándose poco a poco-
-¿Qué
quieres decir?- Cayendo en cuenta -¿sabías que no estaba sola y aun
así te enfrentaste a mí para ver quien estaba conmigo?-
-Sí,
lo supe en el momento en que me retaste, tú jamás me hubieses
atacado sola, ahora veré tus pensamientos- Colocó su mano izquierda
en la frente de Tania. Los ojos de Sanx Sa se tornaron azules -ya
veo- quitando la mano de la frente de la maga, quien aún seguía
atada por las raíces -es una lástima que hayas caído tan bajo, es
hora de terminar con esto- mirando fijamente a los ojos de la que
alguna vez fue su aprendiz.
-Espera-
Dijo ella -aún me subestimas-
-¿Por
qué lo dices?-
-
¿Crees que las heridas que acabas de sufrir son heridas normales?
INDIRE- De pronto las heridas de Sanx Sa comenzaron a ponerse rojas
como si se estuviese poniendo al fuego un metal y el dolor fue tan
abrumador que Sanx Sa cayó al suelo retorcido -sabía que con magia
no podría vencerte, así que traje a Baron como ayuda. Con su
técnica de espacio temporal, Baron usa la magia oscura como un
puente en el tiempo, saltando de un lado a otro con gran rapidez,
aunado a eso es un maestro en los cuchillos. Pensé que si tan solo
podía hacerte una herida con una daga que tuviese algún veneno cuya
capacidad pudiese debilitarte y tumbarte, podría lograr obtener lo
que busco. No es mi intención acabar con tu vida; tan solo deseo
saber dónde está el orbe de fuego, pero, si no te doy el antídoto
pronto morirás Sanx Sa y de igual forma obtendré la información
leyendo tus recuerdos, una vez hayas muerto. Así que por favor no lo
hagas más difícil para mí- las raíces que sujetaban a Tania
comenzaron a retraerse dejándola libre de movimientos, ella se
acercó lentamente hacia su antiguo maestro -estás comenzando a
debilitarte ¿cuánto tiempo más crees que puedas aguantar?- Dijo
susurrando a su oído.
-El
suficiente para que no consigas lo que deseas. ILUMINUS NOCTURNAL-
Nuevamente un brillo intenso apareció de la nada, cegando a Tania y
a Baron, fue tan solo unos segundos, pero fue el tiempo suficiente
para que Sanx Sa, Sabasu y Fied escaparan.
-Escaparon-
Dijo Baron incorporándose luego de que la intensa luz desapareciera.
-¿No
me digas? ¿En serio? ¡Eres un imbécil!- Gritándole.
-No
deben estar muy lejos, tiene tres heridas y el veneno está haciendo
efecto, es cuestión de tiempo antes de que lo encontremos muerto y
puedas obtener lo que buscas- Replicó Baron molesto.
-¡Tú
no entiendes!- Subiendo el tono de voz -es Sanx Sa uno de los doce
magos más poderosos, nunca dejará que consigamos el orbe; si ha de
destruirse para borrar todas sus memorias, usará toda su magia para
ello-
-Eso
es imposible, ningún mago puede quitarse la vida con su propia
magia, caerá muerto en unos minutos- Baron no había terminado de
decir las palabras cuando no muy lejos de ellos una gran luz azul, en
forma de ángel iluminó la noche con un rayo y la sabana se llenó
de una tonalidad azul intenso, hasta desvanecerse por completo.
-¿DECÍAS?-
Le gritó fúrica, Tania a Baron.
Se abren las puertas de un universo paralelo! comenzar a leer hasta acabar, y quedar con ganas de leer más,es inevitable. Tania, tan frívola que me encanta...
ReplyDeleteNo puedo parar de leerlo. Interesante!! Tania una perra jajaja
ReplyDeleteMe encanto nada mas leí el primer capitulo y ya quiero seguir leyendo,muy buena historia sigue así este tipo de blog es uno de mis prefereridos proximamente veo a un gran escritor
ReplyDelete¡¡Me fascino!! Muy interesante,mi parte favorita fue cuando la Figura Majestuosa dio el inmenso rugido que aturdió a Fied y a Samu,también cuando el inmenso león se abalanza contra Fied y después miro a Samu dejando a el pobre aterrorizado,la verdad me parece una muy buena historia,me encantaría tener el episodio 3 para no quedarme con la intriga . Mi correo es=queenmoon310@gmail.com posdata: Tania mi personaje favorito.
ReplyDeleteme encanto, sigue asi con tus sueños exito , mas que todo me encanto el personaje de tania ya que ella y yo tenemos algo en comun
ReplyDeleteMuy descriptivo y mágico! Tiene tantos detalles que es fácil imaginarse en ese mundo! Me gustó lo que le pasó a Fied.
ReplyDeletehasta ahora puedo decir que estoy enganchado... no me había dado el tiempo de leerlo, pero ahora tendré que comprar el libro para dar bien mi opinión. Me gusta como narraste el encuentro de viejos amigos ahora enemigos. Parece que la historia estará llena de muchos misterios
ReplyDeleteMe fascinó, una historia que de verdad te atrapa. Ya quiero leer el 3er capítulo!!
ReplyDeleteTodo un exito...